David venció a Goliat. Lo que confirma que en el deporte los favoritismos no garantizan victorias. Es la gracia y la emoción, que quepa la sorpresa, que haya opción a que no transcurra todo como en un guión previamente escrito. Me alegro por el veterano jinete alemán curtido en mil carreras que se lleva un triunfo que seguro mejorará notablemente tanto su curriculum como su cuenta corriente. Mi enhorabuena para el exitoso binomio, por supuesto.
Saludos afectuosos.